Devido al Coronavirus en Argentina: 24 x 7 y con los operarios en hoteles para evitar contagios, así funciona la fábrica de respiradores más importante del país
El Gobierno intervino su producción y pidió que no paren de trabajar. Turnos rotativos para pasar de producir 70 equipos por semana a 25 por día.
El hotel Quorum, ubicado cerca del Aeropuerto de Pajas Blancas, en la provincia de Córdoba, se convirtió en un apéndice de la planta central. Desde que el país entró en parálisis por la pandemia de Coronavirus a ese lugar llegan todos los días, en diferentes turnos, los operarios de la compañía Tecme S.A.. Se alojan cada uno en la soledad de las habitaciones ejecutivas y descansan tras la jornada laboral pero sin ver a sus familias ni a nadie: no hay margen para que ninguno de ellos se contagie.
Que la compañía entrase en cuarentena por una caso de COVID-19 seria una desastre para ellos, pero sobre todo para la Argentina. Tecme es la fábrica de respiradores artificiales que abastecía al 80 % del mercado local mucho antes de que se detuviera todo. Cuando eso ocurrió, a ellos, en cambio, les pasó lo inverso: la demanda se les multiplicó varias veces y desde entonces viven una especie de ritmo frenético que jamás conocieron en 55 años de historia.
Tecme fue fundada en 1966 por el doctor Ernesto P. Mañá (cirujano de tórax) y Luis R. Mañá (estudiante de Ingeniería). La compañía investiga y desarrolla respiradores «con el objetivo de asistir la ventilación pulmonar de pacientes con distintos tipos de insuficiencia respiratoria». Tienen líneas pediátricas, pediátricas y para adultos y para adultos específicamente. Aunque se trata de un producto que siempre escasea -y ahora más- sus aparatos digitales se ven en todos los hospitales de la Argentina y en los de muchos países del mundo. «Un respirador básico cuesta 780 mil pesos. Es el precio de base -dice un funcionario de Córdoba-, de ahí para arriba».
Pero desde hace una semana Tecme no puede venderle a más nadie. «Fue una decisión de fuerza mayor. Nos tuvimos que meter porque había provincias que estaban haciendo cualquier cosa, como Mendoza, por ejemplo. También habían aparecido personajes con plata que encargaban respiradores para hacerse sus propias unidades de terapia intensiva domésticas. Una locura», dice una fuente del Gobierno.
El miércoles 25 de marzo, amparándose en la Emergencia Sanitaria, el ministro de Salud, Ginés González García, envió una carta a la compañía en la que les comunicaba que a partir de ese momento toda la producción, incluso los pedidos acordados previamente, quedaba a disposición de los criterios del Poder Ejecutivo. «No comercializar ni entregar equipo alguno -decía la misiva- sin la previa intervención de la cartera».
Como
La medida generó críticas. Muchas de las provincias que habían hecho encargos previos, como Salta y Mendoza, se vieron perjudicadas: se quedaron sin sus pedidos. También varios municipios que habían juntado dinero para encargar algunos equipos. Los que más cuestionan el caso leen en la decisión oficial una maniobra para abastecer de respiradores a la Provincia de Buenos Aires, donde nunca nada es suficiente. Para la Casa Rosada, en cambio, regular el uso de un insumo crítico tiene verdadera lógica.
«No podíamos permitir que no hubiera criterios solidarios y de equidad», expresó Ginés. «No es el mismo escenario para el Chaco o Gran Buenos Aires que para Mendoza, está claro que no es igual», agregó. «Tenía encargados 12, me dijeron que me van a entregar 5», expresa un funcionario de una provincia con circulación comunitaria del Covid-19 y se resigna ante el nuevo estado de cosas. «Hay que aceptarlo, es así». El gobernador mendocino, Rodolfo Suárez, se quejó pero no pudo hacer nada: había encargado cien. Recibió 8.
Del mismo modo, las autoridades de TECME tuvieron que aceptar el nuevo orden. Para ellos, todo se disparó: el trabajo, los turnos. La planta pasó de fabricar 70 respiradores por semana a hacer 25 por día. Tiene órdenes acumuladas por 3700 aparatos y tiene, además, la órden oficial de no parar.
No parar significa que la planta de Tecme, mientras la pandemia se instala definitivamente en la Argentina, mientras los casos crecen y el sistema sanitario resiste, comenzó a trabar en turnos rotativos sin pausa: 24 horas por 7 días. «Fuimos, les otorgamos un crédito, se les puso un hotel y todo el mundo a laburar», cuenta coloquialmente un hombre del Gobierno a Clarín. Nadie puede contagiarse. Es el lugar más delicado de la Argentina. En un escenario donde seguramente la demanda de estos equipos será clave para salvar vidas, TECME no se puede paralizar. Sus autoridades apuesta al perfil bajo. No quieren dar notas y entrevistas. No es el momento. «Disculpe, ojalá haga un buen artículo, pero la compañía nunca estuvo en boca de la gente durante todos estos años», dijo a Clarín su gerente Gustavo Maña. «Estamos en un momento delicado y no es tiempo de hablar ahora», cerró.